Asombro, perplejidad, molestia e
indignación causan las revelaciones periodísticas de este día,
formuladas por el diario La Nación, acerca de que varios integrantes del
gabinete de la señora Presidenta de la República, Licda. Laura
Chinchilla Miranda son, en la práctica, evasores de impuestos; al tener
durante mucho tiempo sus casas y propiedades declaradas en un valor
inferior al que verdaderamente deben tener para efectos del pago de
impuestos a los bienes inmuebles.
Particularmente golpea durísimo la conciencia ciudadana, la
circunstancia de que sea el propio Ministro de Hacienda, el más
abanderado de los abanderados en el fomento del establecimiento de
nuevos impuestos, quien aparezca durante una década declarando un valor
menor al real de sus propias propiedades, pagando menos de lo que
justamente debía ser por el indicado tributo.
Esta insólita e indignante situación, potencia más el clamor
reiterado de la ANEP de que este país no necesita más impuestos; tan
sólo que se cobren bien los que ya están establecidos y que se pongan
penas más duras, incluso de cárcel, para los evasores. La evasión de
impuestos es un crimen social, especialmente, para hacerle más daño a
quienes menos tienen.
Los señores ministros y las señoras ministras de Estado que habían
venido pagando menos de lo debido por tener subvalorados sus bienes
inmuebles, constatan que la evasión y la elusión fiscales, en todas sus
formas, con ropaje legal ó sin él, es de tal dimensión y de tan grande
profundidad que hacen innecesario nuevos paquetes impositivos,
especialmente cuando éstos lo que hacen es incrementar la regresividad
del sistema tributario costarricense.
No hay duda de que nuestra insistencia en una Transformación Tributaria Estructural, una “Revolución Tributaria”,
es más que urgente y necesaria, máxime que desde las mismas entrañas
del poder político central se realizan actos evasores de impuestos que
golpean la sensibilidad de quienes sí, de manera responsable, hacen
honor a sus responsabilidades tributarias con plena conciencia de las
mismas.
Finalmente, no podemos más que concluir en que la insistencia del
Gobierno de la Presidenta Chinchilla en que se le apruebe su plan
fiscal, pierde, aceleradamente, toda credibilidad pues una única
conclusión parece emerger de todo esto: ¿para qué más impuestos?...
¿para que se los sigan robando, subdeclarando, eludiendo, evadiendo?
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